~ Capítulo 4 ~

sábado, 14 de septiembre de 2013

-Padre, ¿Debes comunicarme algo de mi incumbencia que yo no sepa? –Dijo Eleonor con los ojos bien abiertos y una expresión fría.
-Esto es exactamente como yo me había recelado. En este palacio no se puede mantener ninguna confidencia –Dijo Adalberto inclinando su cabeza hacia arriba, suspirando y volviéndola a colocar en su posición original.- Voy a ser breve y pienso comunicártelo sin preámbulos.
-Así espero que sea padre. Creo que por hoy ha estado bien.
-La verdad es que Ettore está aquí para pedirte matrimonio. En un principio estimaba conveniente que fuera algo concertado, pero pensé que no estaría siendo justo contigo e incluso conmigo mismo. Es por esto que Giacomo y yo concebimos este encuentro como una preparatoria para que ambos os pudierais conocer. Lo único que creo que ha salido mal es que él ya sabía de este encuentro y sus razones, mientras que tu no.
-Padre… -Eleonor cerró los ojos, suspiró y los volvió a abrir, aunque esta vez con sus pestañas rociadas de sollozos.- Esto me parece cuanto menos algo repulsivo. Me siento traicionada y utilizada. ¿De verdad crees que el amor y el destino del corazón de una dama se pueden encauzar de una manera tan simple?  –Dijo Leonor con un quejido final en su pregunta y con un tono de voz más elevado que el inicial.- Me parece una actitud despreocupada ante el futuro de tu hija.
-¡Tienes 17 años Eleonor! –Dijo Adalberto elevando la voz.- Es hora de que encuentres a un caballero que te sustente, de que te establezcas en un lugar y de que intentes ser feliz con ello. La época de tu vida en la que dedicabas tu tiempo libre a pasear por los jardines de palacio es algo que ya ha pasado y que esta totalmente corrompido; ¡no intentes comportarte como tal, cuando debes estar preocupándote por otras cosas!
-¡¿Qué cosas padre?! ¿Qué cosas? –Pregunto Eleonor con un gran estremecimiento y de forma nerviosa- ¿Quieres que me preocupe de hacer feliz a una persona que ni siquiera conozco? ¿Quieres que me preocupe de cómo sacar hacia delante un hogar que todavía no tengo? ¿Acaso quieres que acabe tan pronto con mi libertad? Creía que recapacitabas sobre mi futuro como algo muy valioso. Sin embargo, por el momento me parece que es lo que menos te ha importado desde siempre.

Tras pronunciar estas últimas palabras Eleonor abandonó la compañía de su padre en aquella sala y se fue a paso ligero por toda la biblioteca hasta salir de ella con un leve portazo en busca de tranquilidad. Recorrió el largo pasillo hasta llegar a su habitación y una vez allí se acostó en su cama y cogió la pequeña Biblia que su madre le había regalado antes de marcharse y recordó sus palabras: “La vida no es fácil Eleonor. Intentaré verte todas las veces que pueda, pero puede que en los momentos en los que más me necesites no esté. Para esos momentos, lee este librito. Te he dejado un separador de libros que tu propio hermano ha hecho para ti; no hace falta que hagas una lectura continuada como si de una novela se tratase, lee lo que más te apetezca, te ayudará. Cuando la rabia o la tristeza te llenen el corazón, no desesperes porque esperar y recapacitar te hará más fuerte, no dejes que esos sentimientos se apoderen de ti como si tu corazón fuera su hogar, recuerda que hay algunos de ellos a los que no debes dar cobijo allí por mucho tiempo.”
Así pues Eleonor cogió su “librito” y comenzó a leer justo donde su hermano y su madre habían colocado el separador y comenzando justo por el principio leyó:

El corazón alegre hermosea el rostro;
mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.
Proverbios 15:13
Tras leer esto, Eleonor en medio de sus sollozos consiguió relajarse y se dispuso a dormir hasta que llegara la hora de la comida, pero entonces recordó que había dejado a Ettore junto con Cipriano en el jardín y que seguramente se estaban sintiendo incómodos así que se asomó por la ventana a ver si conseguía divisarlos, pero no consiguió ver a ninguno de los dos, y esto, le preocupó.
Recogió su cabello en una coleta alta, la cual adornó con un lazo color rosado,  a consecuencia de que aunque el verano aún no se había dispuesto a llegar, los rayos del sol realmente calentaban con fuerza en aquel momento y por lo tanto, se presentaban temperaturas bastante altas. Agarró la manivela de la puerta de su habitación y ya habilitada para salir atinó con la cara de Ettore a pocos centímetros de la suya.
-¡Qué susto me has dado Ettore! –Dijo Eleonor impresionada.- ¿Qué haces aquí?
-¡Lo siento! –Dijo Ettore poniendo sus dos manos juntas al nivel de su cara.- La verdad es que como tardabas tanto me preocupé y cuando fui en tu busca llegué a la biblioteca donde se encontraba tu padre. Él me dijo que posiblemente te encontraras aquí pero no me determinaba a llamar por si era una molestia.
-… -Eleonor soltó una pequeña risita.- No te preocupes Ettore, puedes llamar a mi puerta cuando quieras, lo peor que te puede pasar es que este durmiendo y no te pueda responder. –Dijo esta vez con una amplia sonrisa, pero de pronto recordó el por qué de su malestar anterior y cambió radicalmente su expresión.
-Eleonor… -Ettore acogió las manos de Eleonor entre las suyas.- Sé por qué estas tan disgustada. Yo pensaba que Adalberto te había informado de todo, pero me he dado cuenta de que no eran más que suposiciones incorrectas. No puedo llegar a comprender totalmente tus sentimientos, pero quiero tan solo asegurarte que no voy a prestar atención a los mandatos de los demás si tus sentimientos no son conformes a lo que estos dicen. Solo te pido que no renuncies al propósito que te han destinado, recapacita sobre ello, sé que soy capaz de hacerte feliz. –Finalizó Ettore besando su mejilla.- Y ahora, bajemos a comer, Adalberto me ha avisado de que Berenice, vuestra cocinera, iba a hacer una comida especial por nuestra llegada.


Eleonor seguía aferrada a sus sentimientos, pero las cálidas palabras de Ettore junto con las de de su madre habían conseguido dulcificarla y aceptar con tranquilidad la propuesta.

1 comentarios:

Eloisa dijo...

oh que lindo te ha quedado *o*
Besos!

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