-Padre,
¿Debes comunicarme algo de mi incumbencia que yo no sepa? –Dijo Eleonor con los
ojos bien abiertos y una expresión fría.
-Esto
es exactamente como yo me había recelado. En este palacio no se puede mantener
ninguna confidencia –Dijo Adalberto inclinando su cabeza hacia arriba,
suspirando y volviéndola a colocar en su posición original.- Voy a ser breve y
pienso comunicártelo sin preámbulos.
-Así
espero que sea padre. Creo que por hoy ha estado bien.
-La
verdad es que Ettore está aquí para pedirte matrimonio. En un principio
estimaba conveniente que fuera algo concertado, pero pensé que no estaría
siendo justo contigo e incluso conmigo mismo. Es por esto que Giacomo y yo
concebimos este encuentro como una preparatoria para que ambos os pudierais
conocer. Lo único que creo que ha salido mal es que él ya sabía de este
encuentro y sus razones, mientras que tu no.
-Padre…
-Eleonor cerró los ojos, suspiró y los volvió a abrir, aunque esta vez con sus
pestañas rociadas de sollozos.- Esto me parece cuanto menos algo repulsivo. Me
siento traicionada y utilizada. ¿De verdad crees que el amor y el destino del
corazón de una dama se pueden encauzar de una manera tan simple? –Dijo Leonor con un quejido final en su
pregunta y con un tono de voz más elevado que el inicial.- Me parece una
actitud despreocupada ante el futuro de tu hija.
-¡Tienes
17 años Eleonor! –Dijo Adalberto elevando la voz.- Es hora de que encuentres a
un caballero que te sustente, de que te establezcas en un lugar y de que
intentes ser feliz con ello. La época de tu vida en la que dedicabas tu tiempo
libre a pasear por los jardines de palacio es algo que ya ha pasado y que esta
totalmente corrompido; ¡no intentes comportarte como tal, cuando debes estar
preocupándote por otras cosas!
-¡¿Qué
cosas padre?! ¿Qué cosas? –Pregunto Eleonor con un gran estremecimiento y de
forma nerviosa- ¿Quieres que me preocupe de hacer feliz a una persona que ni
siquiera conozco? ¿Quieres que me preocupe de cómo sacar hacia delante un hogar
que todavía no tengo? ¿Acaso quieres que acabe tan pronto con mi libertad?
Creía que recapacitabas sobre mi futuro como algo muy valioso. Sin embargo, por
el momento me parece que es lo que menos te ha importado desde siempre.
Tras
pronunciar estas últimas palabras Eleonor abandonó la compañía de su padre en
aquella sala y se fue a paso ligero por toda la biblioteca hasta salir de ella
con un leve portazo en busca de tranquilidad. Recorrió el largo pasillo hasta
llegar a su habitación y una vez allí se acostó en su cama y cogió la pequeña
Biblia que su madre le había regalado antes de marcharse y recordó sus
palabras: “La vida no es fácil Eleonor. Intentaré verte todas las veces que
pueda, pero puede que en los momentos en los que más me necesites no esté. Para
esos momentos, lee este librito. Te he dejado un separador de libros que tu
propio hermano ha hecho para ti; no hace falta que hagas una lectura continuada
como si de una novela se tratase, lee lo que más te apetezca, te ayudará.
Cuando la rabia o la tristeza te llenen el corazón, no desesperes porque
esperar y recapacitar te hará más fuerte, no dejes que esos sentimientos se
apoderen de ti como si tu corazón fuera su hogar, recuerda que hay algunos de
ellos a los que no debes dar cobijo allí por mucho tiempo.”
Así
pues Eleonor cogió su “librito” y comenzó a leer justo donde su hermano y su
madre habían colocado el separador y comenzando justo por el principio leyó:
El corazón alegre
hermosea el rostro;
mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.
mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.
Proverbios 15:13
Tras leer esto, Eleonor en medio de sus sollozos
consiguió relajarse y se dispuso a dormir hasta que llegara la hora de la
comida, pero entonces recordó que había dejado a Ettore junto con Cipriano en
el jardín y que seguramente se estaban sintiendo incómodos así que se asomó por
la ventana a ver si conseguía divisarlos, pero no consiguió ver a ninguno de
los dos, y esto, le preocupó.
Recogió su cabello en una coleta alta, la cual adornó
con un lazo color rosado, a consecuencia
de que aunque el verano aún no se había dispuesto a llegar, los rayos del sol
realmente calentaban con fuerza en aquel momento y por lo tanto, se presentaban
temperaturas bastante altas. Agarró la manivela de la puerta de su habitación y
ya habilitada para salir atinó con la cara de Ettore a pocos centímetros de la
suya.
-¡Qué susto me
has dado Ettore! –Dijo Eleonor impresionada.- ¿Qué haces aquí?
-¡Lo siento!
–Dijo Ettore poniendo sus dos manos juntas al nivel de su cara.- La verdad es
que como tardabas tanto me preocupé y cuando fui en tu busca llegué a la
biblioteca donde se encontraba tu padre. Él me dijo que posiblemente te
encontraras aquí pero no me determinaba a llamar por si era una molestia.
-… -Eleonor soltó
una pequeña risita.- No te preocupes Ettore, puedes llamar a mi puerta cuando
quieras, lo peor que te puede pasar es que este durmiendo y no te pueda
responder. –Dijo esta vez con una amplia sonrisa, pero de pronto recordó el por
qué de su malestar anterior y cambió radicalmente su expresión.
-Eleonor… -Ettore
acogió las manos de Eleonor entre las suyas.- Sé por qué estas tan disgustada.
Yo pensaba que Adalberto te había informado de todo, pero me he dado cuenta de
que no eran más que suposiciones incorrectas. No puedo llegar a comprender
totalmente tus sentimientos, pero quiero tan solo asegurarte que no voy a
prestar atención a los mandatos de los demás si tus sentimientos no son conformes
a lo que estos dicen. Solo te pido que no renuncies al propósito que te han
destinado, recapacita sobre ello, sé que soy capaz de hacerte feliz. –Finalizó
Ettore besando su mejilla.- Y ahora, bajemos a comer, Adalberto me ha avisado
de que Berenice, vuestra cocinera, iba a hacer una comida especial por nuestra
llegada.
Eleonor seguía
aferrada a sus sentimientos, pero las cálidas palabras de Ettore junto con las
de de su madre habían conseguido dulcificarla y aceptar con tranquilidad la
propuesta.

1 comentarios:
oh que lindo te ha quedado *o*
Besos!
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